EDITORIAL La competitividad empresarial es entendida como la capacidad de una empresa para desarrollar estrategias que permanentemente generen calidad, fiabilidad, rapidez y flexibilidad, en su relación con el entorno, a la vez que rentabilidad para la empresa. Actualmente, en nuestro país es muy complicado ser competitivo por la excesiva regulación de la actividad empresarial, la alta presión fiscal, la falta de una lucha frontal contra el contrabando y otros impedimentos que frenan al empresariado.